«El sometimiento de las mujeres» de John Stuart Mill
Entre 1860 y 1861 John Stuart Mill en colaboración de Helen Taylor, realizó un ensayo en el que planteaba una situación notoria en la sociedad a nivel mundial: El sometimiento de la mujer.
Este célebre economista, filósofo y político fue uno de los pioneros que defendió el sufragio universal y abogó por la inclusión de las mujeres en todos los ámbitos civiles.
Durante este periodo las señoras ejercían papeles subordinados al hombre. Estaban condenadas a vivir destinos vacíos como elementos decorativos. No obstante, este ilustrado luchó por la inclusión femenina para que participasen en todas las cuestiones civiles, sustentando que la verdadera evolución estaba en el sufragio universal.
Mill se convirtió en el bastón donde se apoyaría el movimiento durante sus primeros pasos, y en el aliento cuando las mujeres se creían derrotadas por el sistema patriarcal. Pudo empatizar con cada una de ellas a través de sus publicaciones – «Sobre la libertad» y «El sometimiento de la mujer» – y desde el Parlamento británico, allanándoles el camino en esa dolorosa peregrinación hacia la igualdad.
La lucha social de Stuart encontró refuerzos como su esposa Harriet Taylor y Helen, la hija de ambos. Mill no solo abogaría por la emancipación de la mujer, también pelearía por la abolición de la esclavitud en las colonias y los derechos del trabajador.
Plantea una serie de comparativos como la esclavitud, sin embargo la principal diferencia con ellas radica en que la mujer no ha podido liberarse de ella y es obligada a una esclavitud voluntaria. El autor estaba convencido que la humanidad sólo se alcanzaría en el progreso moral e intelectual cuando se obtuviera un grado más alto de felicidad para todos. La consideración para todos no es exclusiva de un sexo, condición social o alguna preferencia.
Uno de los planteamientos tratados en El sometimiento de la mujer, son las actividades que le son propias, o bien, artificialmente se le atribuyen como naturales. Entre ellas se encuentran las labores domésticas o actividades que hacen manifiesto el carácter dócil de mansedumbre, obediencia y renuncia de las mujeres.
“Lo que hoy día llamados la naturaleza femenina de las mujeres es una cosa eminentemente artificial, resultado de una forzada represión en algunas direcciones, y de un estímulo antinatural en otras” John Stuart Mill
Uno de los argumentos planteados es la forma en que se encuentra posicionado el sistema actual, por el cual se subordina el sexo más débil al más fuerte. No se conocen datos que sitúen un gobierno regido por mujeres, de tal manera que no podemos afirmar que el gobierno establecido por los hombres es algo votado o pensado para el beneficio de la mayoría.
Stuart Mill menciona que para poder determinar qué gobierno es de mayor beneficio debería implementarse uno de mujeres y luego con bases reales poder decidir, con la posibilidad de que este fracase porque nunca se le ha dado a la mujer la posibilidad de hablar y tradicionalmente se le ha educado para ser sometida a la voluntad de los otros.
Allí donde ahora hay un individuo preparado para beneficiar al género humano y promover la mejora general ejerciendo como maestro de escuela o como administrador en alguna rama de los asuntos públicos o sociales, existiría la posibilidad de que hubiese dos. De lo que se trata es de expandir su radio de influencia, obligando a los varones a competir con ellas.
Cuando John Stuart Mill y su mujer fallecieron, su hija, Helen Taylor continuó luchando por los mismos ideales y adquirió una notable reputación como activista a favor del sufragio femenino y otros derechos de la mujer. En 1876, tras una vigorosa campaña, salió elegida miembro de la Comisión Escolar de Londres por el distrito de Southwark, posición que conservó en las dos elecciones siguientes. Luchó por la eliminación de la indigencia infantil, la abolición de las escuelas de pago y el castigo corporal, la reducción del número de alumnos en el aula, la igualdad salarial para maestros de escuela de ambos sexos, y una idéntica subvención pública para las escuelas de niños y las de niñas.
En 1885, cuando el voto femenino no estaba aún reconocido, Helen Taylor, se presentó a las elecciones parlamentarias como representante del Partido Radical, y aunque no resultó elegida, prosiguió militando en favor de reformas sociales de signo feminista, tales como el derecho de las madres separadas a la custodia de sus hijos.
La extensión a la mujer del derecho al voto no era sólo una exigencia de la universalidad de los derechos. Era directamente una consecuencia necesaria de la situación de subordinación que vivía como objeto apropiado por el género dominante para la satisfacción de su voluntad, su razón de ser iba más lejos de la simple no discriminación. Sin embargo, contra todo pronóstico James Mill, padre de John Stuart, optó por excluir a las mujeres del derecho al voto al entender que sus intereses quedaban salvados por su coincidencia con los intereses de los mismos beneficiados por la situación de subordinación que sufrían: «Todos los individuos cuyos intereses están indiscutiblemente incluidos en los de otros individuos pueden ser eliminados sin ningún inconveniente. También a esta luz han de ser contempladas las mujeres, pues los intereses de prácticamente todas ellas están relacionados o bien con los de sus padres o bien con los de sus maridos». Las mujeres eran además el único grupo excluido absolutamente del derecho al voto con el argumento de la coincidencia de intereses.
John Stuart Mill, se opone decididamente a la exclusión femenina. Así señala con rotundidad que: “Aunque su Ensayo sobre el Gobierno era como obra maestra del conocimiento político, no llegaba al extremo de aceptar ese pasaje de la obra en el que mantiene que es consistente con el buen gobierno el que las mujeres queden excluidas del sufragio, porque sus intereses son los mismos que los de los hombres… estábamos en profundo desacuerdo con esa doctrina” Autobiografía de John Stuart Mill, 1873.
Es verdad que Mill ofrece una visión favorable de la tesis de su padre tratando de dar una explicación: “No estaba tratando, como él mismo dijo sinceramente, de si el sufragio tenía que restringirse sino únicamente de que, asumiendo que tuviera que ser así, cuál habría de ser el límite de la restricción para que ésta no implicase sacrificio alguno de las garantías del buen gobierno”
Esta obra, también aborda la ley como protección a los abusos masculinos, menciona que todos recurren al miedo y cuando exista una ley que proteja a la mujer de los abusos, pocas se atreven a recurrir a ella. El hombre no sólo quiere de la mujer obediencia, sino sus sentimientos y su voluntad: ser esclava voluntariamente.
La forma en que se articulan las “características naturales” de la mujer para vivir con otros son varias, entre ellas nos encontramos la atracción natural, que obliga a una mujer a encontrar y sentir atracción por el hombre. Una entera dependencia, de tal manera que cada decisión de la mujer debe ser guiada y encaminada a la voluntad masculina y cualquier concesión es un privilegio. Las mujeres deben tener consideración por parte del hombre al ser elegidas por uno de ellos. Todas se manifiestan en cada aspecto de la vida de las mujeres enseñándoles siempre a callar, aceptar y sufrir. Este sacrificio se hará presente principalmente en la familia donde la mujer será sometida por su esposo, pero también por sus hijos, ante los cuales estas, abandonarán sus deseos.
El propósito de Mill en este ensayo fue demostrar que la sujeción legal de las mujeres a los varones era una lacra que ha de ser sustituida por una absoluta igualdad entre ambos sexos. La discriminación contra la mujer, y el consiguiente sometimiento que la subordina al hombre, es un hecho universal, argumenta Mill, basado principalmente en la circunstancia de que el varón es superior en fuerza física.
Ante tal estado de cosas, la emancipación de la mujer ha de ser defendida con fines utilitarios, poniendo así fin al régimen patriarcal que las ha tenido sometidas.
Es imposible hablar de la reivindicación de la mujer como un fenómeno aislado del hombre. Es cierto que fueron una minoría. Sin embargo, la participación de caballeros como John Stuart Mill ayudaron a la consolidación del movimiento feminista.
Bibliografía:
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