Crisis económica del S.III en el Imperio romano: colapso del sistema económico imperial

¿Qué fue la crisis del S.III?

La crisis del siglo III se refiere a un período histórico del Imperio Romano, de casi cincuenta años de duración, en el que casi colapsó. Empezó tras el asesinato del emperador Alejandro Severo, en el año 235, por parte de sus propias tropas, y acabó gracias a las victorias militares de Aureliano y el ascenso de Diocleciano al trono del Imperio, en el año 284. Durante los cincuenta años de la crisis, el imperio sufrió las presiones combinadas de invasiones bárbaras y migraciones al territorio romano, guerras civiles, rebeliones campesinas e inestabilidad política, en donde múltiples usurpadores competían por el poder. Esto condujo al envilecimiento de la moneda y al colapso económico, y, al desorden, contribuyó la peste cipriana.

Esta crisis está dividida dos partes:

ANARQUÍA MILITAR

Se produjo una ausencia casi constante de una autoridad regular central duradera. En este período, los soldados de los ejércitos fronterizos designaron y eliminaron emperadores a su voluntad. El descontrol fue tal que varias provincias de Occidente y Oriente se dividieron para formar, respectivamente, el Imperio Galo y el Imperio de Palmira, en un intento de hacer frente con sus propios medios a los peligros exteriores que amenazaban el Imperio.

EMPERADORES ILIRIOS

Tras los años anteriores de anarquía militar, en los que la seguridad y la unidad del imperio se habían visto gravemente comprometidos, diferentes emperadores de origen ilírico y danubiano lograron reunificar el Imperio y sentar las bases para restablecer la situación.

Con el nombramiento de Diocleciano y el establecimiento, primero, de la Diarquía y, después, de la Tetrarquía, se dio por superada la crisis del siglo III.                                                                                                                                   

CONSECUENCIAS                                                                                                                                           

A nivel económico, internamente, el Imperio sufrió una hiperinflación causada por años de devaluación de la moneda. Los causantes fueron los emperadores Severos, quienes aumentaron el tamaño del ejército en un 25 % y duplicaron la paga de los soldados. Al acceder al poder, los emperadores con reinados cortos necesitaban obtener dinero rápidamente para pagar el «bono de accesión» del ejército, mientras que otros directamente pagaban sobornos a las tropas para que mantuvieran fidelidad al nuevo régimen. El Estado romano dependía fuertemente de los impuestos, pero su recaudación, en un imperio tan grande, era un proceso lento y complejo. Por tanto, la forma más fácil de recaudar dinero era reducir la cantidad de plata o de oro en las monedas y acuñar estas con metales más baratos. Esa política era arriesgada, pues la moneda romana dependía de su valor intrínseco como metal precioso y, por ello, debía guardar una proporción mínima de plata u oro para que conservara su poder adquisitivo.

También se produjeron consecuencias sociales, la población emigró a las zonas rurales en busca de comida y de protección, debido a que el gran aumento de los precios hacía que los alimentos fueran cada vez más difícil de obtener: estaban desesperados por sobrevivir.

Aparecieron los primeros terratenientes, que se convirtieron en colonos. Sus puestos se hicieron hereditarios, por lo que se quedaron anclados a las tierras. Este movimiento fue el causante de la base medieval feudal.

RELACIONES CON LAS CRISIS ACTUALES

Actualmente, España tiene una tasa de inflación cada vez mas elevada según el INE (Instituto Nacional de Estadística), estando alrededor del 2,5%. Este hecho es consecuencia del crecimiento económico acelerado del país y, sobre todo, del aumento de los costes de producción. Estos costes suben, principalmente, por la falta de materia prima para producir los productos.

Otra relación puede ser la paralización del comercio. Al igual que en la crisis del siglo III, esto ha sucedido, también, en toda Europa, tras la pandemia del Covid-19. La causa de la paralización del comercio en el siglo III se debe a la devaluación de la moneda y al crecimiento desmesurado de los precios, lo que hizo que el comercio dejara de ser rentable y que se volviera común el trueque (intercambio de objetos). En la Europa actual, hace escasos años este hecho se volvió a repetir: una fuerte pandemia fue la causante y las consecuencias en el continente fueron muy duras. Las medidas de seguridad y, sobre todo, el estado de alarma en todos los países, hizo que el comercio interior se viera dificultado, pero que el exterior fuera casi imposible. La transmisión de este virus tan dañino se podía dar a través de todos los medios inimaginables. La paralización del comercio fue una realidad, el impacto económico en los Estados muy considerable, por lo que la recuperación les llevó un largo periodo de tiempo.

En definitiva , las crisis económicas del pasado, así como las actuales tienen muchos puntos en común tanto en su aparición (falta de recursos económicos, materiales, de producción, inflación …), como en la resolución de las mismas mediante devaluaciones de la moneda, control del gasto y de los recursos etc. Ello pone de manifiesto que las sociedades, a lo largo de toda la historia y en el presente, atraviesan ciclos de crecimiento, desarrollo y declive a los que no son inmunes. Para abordar estos desafíos, las sociedades implementan políticas económicas y sociales, como estímulos fiscales y medidas de política monetaria, con el objetivo de estabilizar la economía y mejorar el bienestar social. Eso sí, cada época y sociedad, ha planteado las soluciones a los problemas económicos según su idiosincrasia, pero con las mismas herramientas,  como la política fiscal y monetaria, así como la planificación económica y la gestión de recursos que son comunes.

Autores: Daniel Macarro, Virginia Elizo y Alejandra Moriano (1º Bachillerato Humanidades). IES Sierra de Santa Bárbara. Plasencia.

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