Con la apropiada metodología experimental, Alba e Idoia, de Barcelona, estudian la capacidad que tienen las manzanas, limones y naranjas, de dejar pasar, con mayor o menor intensidad, una corriente eléctrica, estando estas frutas sometidas a una variación de su temperatura. La conclusión final explica que lo que hace variar la intensidad de la corriente es el estado de las frutas y cómo las partículas se encuentran en estas. Cuando las frutas están entre los 20 y los 0ºC, dejan pasar aproximadamente la misma intensidad; pero a partir de los -10ºC, los alimentos se solidifican, las partículas se dejan de mover y se crean capas de hielo en el interior. Esto hace que los electrones no puedan pasar y la intensidad deviene nula. Curiosa manera de tratar con estas frutas tan nuestras.
Gran trabajo!

