Nuestro compañero Francisco Calle nos conduce en este paseo por la ciencia nacida en los laboratorios y en las aulas de los centros de Secundaria participantes. No es solo el inicio de la XXIII, es desde luego el embrión de las futuras carreras científicas de un buen número de los jóvenes que estos días se acercaron a nuestra localidad para hacernos partícipes del fruto de sus investigaciones. Nos sobrevuela la incierta sombra de las hipótesis que Ramón y Cajal consideraba que «su fin no es siempre formular una verdad, sino marcar una ruta a la investigación. Ellas son ante todo grandes despertadores de almas, pues agitan el ambiente moral (ese mar muerto de la rutina fatal a todo progreso)…». El valor del error y el descubrimiento para erradicar el tedio y la desidia en la enseñanza de las ciencias.

