Nuestro artículo trata sobre el Pensamiento Único y los filósofos Herbert Marcuse y Noam Chomsky. En un principio, viendo la oportunidad de hacer algo distinto a un artículo, nos decantamos por buscar algún medio con el que poder comunicarnos con este último y le escribimos en una carta una serie de preguntas a modo de entrevista para que nos pudiera contestar. Nuestras esperanzas se vieron frustradas cuando, pasadas semanas y acercándonos al cierre de la etapa de redacción de la revista, nuestra pequeña entrevista seguía sin recibir respuesta. Aunque hubiera sido muy gratificante que nos hubiera contestado, aquí presentamos nuestro trabajo del Pensamiento Único junto a la carta para Noam Chomsky como prueba de nuestro esfuerzo.
Pero, ¿qué es el pensamiento único? Pues bien, el concepto de pensamiento único fue descrito por primera vez por el filósofo alemán Arthur Schopenhauer en 1819 como aquel pensamiento que se sostiene a sí mismo, constituyendo una unidad lógica independiente sin tener que hacer referencia a otras componentes de un sistema de pensamiento. Más tarde el filósofo Herbert Marcuse describió un concepto similar que él denominó pensamiento unidimensional. Este tipo de pensamiento es el resultante del «cierre del universo del discurso» impuesto por la clase política dominante y los medios suministradores de información de masas.
En resumen, el pensamiento único es una ideología, un modo de ver la realidad política, económica y social, pero se niega a presentarse como tal. Aquellos que lo sustentan no creen que el suyo sea un modo de ver el mundo, sino el único modo sensato de verlo.
Este pensamiento proviene del positivismo (sobre todo el anglosajón, pues se convirtió en una doctrina individualista) y el darwinismo social (que se ve como una errónea interpretación de Darwin, puesto que el intento de limitar la selección natural es inútil). Su principal precursor será la Escuela de Frankfurt, pero sobre todo Herbert Marcuse. Nos encontramos a la figura de Ramonet, que definió al pensamiento único como “una traducción a términos ideológicos de la pretensión universal de los intereses de fuerzas económicas del capital internacional”.
Aunque el pensamiento único, en política, es de izquierdas, muchas veces la derecha lo ha usado para su propio beneficio. Uno de los ejecutores del pensamiento único será la Escuela de Chicago, los Chicago Boys, que lo irán creando, rescatando la idea de la mano invisible de Adam Smith entre otras teorías económicas. Su primera puesta en práctica fue en Chile con Pinochet.
La crítica fundamental que realiza Marcuse a la sociedad moderna, desarrollada en El hombre unidimensional, es que el sujeto unidimensional es víctima de su propia impotencia y de la opresión continua de un método de dominación, “Conforme más avanzada e industrializada es la sociedad, menos libertad.” (pág. 29 El hombre unidimensional).
Esta es la concepción del poder por la que Marcuse se considera como puente entre las dos generaciones de la escuela de Frankfurt. Este hecho se contrasta con el capitalismo temprano, en que el movimiento del proletariado era una fuerza con el potencial efectivo de derribar al régimen. El capitalismo avanzado que describe Marcuse, en cambio, ha generado a través de los estados de bienestar una mejora en el nivel de vida de los obreros, que es insignificante a nivel real, pero contundente en sus efectos: el movimiento proletario ha desaparecido, y aún los movimientos antisistémicos más emblemáticos han sido asimilados por la sociedad y orientados a operar para los fines que la sociedad coactiva reconoce como válidos.
“El nivel de vida cada vez es mayor, lo que no parece que tenga nada que ver con las libertades individuales. La libertad de trabajo sólo consigue añadir presión al individuo. El totalitarismo no solo se ve en regímenes como dictaduras, sino que “opera a través de la manipulación de las necesidades por interés creados, impidiendo por lo tanto el surgimiento de una oposición efectiva contra el todo.” (Pág. 30) Herbert Marcuse. El Hombre Unidimensional
Este fragmento, deja entrever las ideas de Marcuse. Aún viviendo en pleno sistema capitalista y democrático, con todos los derechos y libertades que podríamos desear, bien es cierto que nuestras necesidades e intereses se ven alteradas para que los que ostentan el poder se beneficien. No existe solo el totalitarismo en las dictaduras, las democracias solo utilizan métodos menos directos y más decorados.
Hemos llegado a la conclusión de que, el pensamiento único, como lo entiende Herbert Marcuse es, de alguna forma, una representación falsa de la realidad que tiene como objetivo garantizar el mantenimiento del sistema capitalista en el que vivimos. El estado hace uso de los medios de comunicación, los periódicos y en la actualidad de las redes sociales para controlar a la población de una forma más maquillada, perpetuando la normalización de la mentira.
Celia Hernández Morales, Nuria Jiménez Granado y María Jesús Campos Aparicio.
